Sé feliz con tu propio cuerpo siendo natural
En estos momentos en que tanto se habla de las ventajas de no estar obeso, muchas personas no pueden prácticamente disminuir de peso. Existen multitud de patologías del sistema hormonal, endocrinológicas, asociadas a la obesidad. También existen enfermedades de transmisión hereditaria y otras personas pueden engordar por lesiones que afecten al hipotálamo, las zonas del cerebro desde donde se controlan la sensación del hambre, de la saciedad y de la sed. Pero aparte de las causas patológicas se puede estar perfectamente sano y, al mismo tiempo, gordo. El motivo es muy simple: se come demasiado para la actividad física que se realiza.
Si se divide el peso real del individuo por su peso ideal y se multiplica el valor obtenido por cien aparece un número llamado peso relativo. Si el peso relativo es superior a 120 la persona es obesa, para valores entre 100 y 120 padece de sobrepeso y si el resultado es inferior a 100 está delgada. Los médicos distinguen dos clases principales de obesos sanos: los hipertróficos y los hiperplásicos. La grasa se acumula en el tejido graso que está formado por unas células llamadas adipocitos que guardan cada una gotitas de grasa. Al final del crecimiento cada persona dispone de un número de adipocitos fijo para toda su vida. Si una persona adulta come en exceso sus adipocitos aumentan de tamaño, se hipertrofian y la cantidad de grasa aumenta. En este caso el tratamiento es sencillo: el paciente debe ponerse bajo el cuidado de un especialista que le asigne un régimen de comidas y, por otra parte, aumentar el ejercicio físico. En el caso del hiperplásico, en la infancia los adipocitos pueden aumentar de número, sobre todo si la ingesta de alimentos que hace el niño es excesiva. En este caso su tratamiento es más dificil porque responde peor a las medidas terapéuticas. Por lo tanto, para que el niño no engorde demasiado hay que seguir, simplemente, las indicaciones del pediatra y suministrar a los niños una dieta rica, variada y abundante, pero sin comer en exceso. Por otra parte ciertas costumbres sociales y familiares también aumentan la ingesta de alimentos. Muchos obesos, además, tienden a comer mucho sobre todo si el plato es de su gusto. Las personas que mantienen su nivel de ingesta más o menos autoregulados dejan de comer antes, se llenan antes que los gordos.
Los factores psicológicos, como la ansiedad, el agobio o la depresión, pueden, además, aumentar la cantidad de las comidas, pues crean un malestar que se cambia al ingerir alimentos. El colmo de esta situación bordea la patología: se trata del obeso que come mucho para calmar la ansiedad o depresión que le causa su propia obesidad.
La sociedad y la industria nos envian mensajes constantemente respecto a la condición física del ser humano. Nos dicen: Avergüéncese de estas características, aprenda a disfrazar su comportamiento, especialmente si disimula su verdadero yo con nuestro producto, no se acepte a si mismo, esconda su verdadero yo.
No se puede estar ante la televisión ni una hora sin recibir este tipo de mensajes. Los anuncios que te bombardean a diario te informan sobre lo mal que huele tu boca, tus axilas, tus pies, tu piel e incluso tus organos genitales. "Use nuestro producto y siéntase nuevamente como un ser real y natural". Así desodorizas todo tu cuerpo con el producto perfumado adecuado, porque no aceptas esa parte de tí mismo que existe en todos los seres humanos.
Todo empieza con tu yo físico. ¿Te gusta tu cuerpo?. Si has contestado que no, trata de dividir esta respuesta en diferentes partes. Haz una lista de las cosas que no te gustan. Empezando por arriba: tu cabello, tu frente, tus ojos, párpados, mejillas. ¿Te gustan tus ojos, tu nariz, dientes y cuello? Y ¿qué pasa con tus brazos, dedos, pecho y estómago?. Haz una lista larga. Incluye también tus órganos interiores. Tus riñones, el bazo, las arterias y el fémur. Ahora piensa en los óscuros ingredientes que te componen. ¿ Qué piensas de tu Cisura de Merlando, de tu zona coclear, de tu úvula, de tus glandulasadrenales y de tu pabellón auditivo externo?. Tienes que hacer una lista larga y completa. No es que tengas buen cuerpo; tú eres tu cuerpo; y el que no te guste significa que no te aceptas a ti mismo como ser humano.
No dejes que los demás te dicten lo que te resulta atractivo a tí. Decide que te agrada tu yo físico y que es valioso y atractivo para tu modo de ver, para tí, rechazando las comparaciones y las opiniones de los demás. Tú puedes decidir lo que es agradable y de tu gusto; y hacer que la falta de aceptación de ti mismo sea una cosa del pasado.
El aceptarse a si mismo implica la aceptación del yo físico y la posibilidad de disfrutar del mismo, eliminando las imposiciones sociales y culturales que te obligan a ser limpio o simplemente a tolerar el propio cuerpo cuando se comporta de una manera natural anticosmética. Esto no quiere decir que tengas que andar haciendo ostentación de tus olores y de tu persona, pero si quiere decir que puedes aprender a gozar de ser tú mismo/a.
El que los anunciadores te estimulen a rechazar tu hermoso yo es comprensible debido a las ganancias que logran, pero el que tú compres los productos es menos comprensible puesto que estás escogiendo desechar a tu real y verdadero.
Ytú puedes dejar de esconder y ocultar tu yo hermoso y natural. De modo que si escoges usar cualquier ayuda cosmética, no lo hagas porque no te guste lo que estás ocultando, sino por motivos de realización personal o para disfrutar de algo nuevo. El ser honrado/a consigo mismo/a en este campo no es fácil, y lleva su tiempo aprender a distinguir entre lo que realmente nos gusta y lo que la industria cosmética dice que debe gustarnos.
Alberto Ignacio García de Jalón Arrizala
Colegiado nº E- 3095
Artículo publicado en la revista Berri Orriak nº 93 de febrero de 1999 del Colegio Oficial de Psicólogos de Euzkadi
viernes, 18 de enero de 2008
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